La abuela, que le conoce mucho y sabe que su color preferido es el verde, le mando una sudadera preciosa llena de pingúinos integramente verde, dos gorros muy abrigaditos ( y verdes) y...un pingúino de peluche.
La bizkatxa llevaba una racha que tenía por amigo a una zorra que su padre le compró en Ikea peeeeeeero fue ver a Pingüi y olvidar a la pobre zorra en un abrir y cerrar de ojos. Lo que nunca ha hecho lo hace ahora, salimos a la calle con Pingüi para todo, abrigamos a Pingüi para que no pase frio, dormimos con Pingüi para que no se sienta solo, comemos con Pingüi porque siempre es mejor comer acompañado y si Pingüi ha evitado la ducha ha sido porque la bizkatxa le tiene mucho apego como para dejarlo secar tanto rato fuera. La abuela ha prometido mandar cartas con sus aventuras en Tierra del Fuego, aunque de momento como va preguntando, le voy contando cosas sobre ese sitio tan tan lejano y está emocionado esperando a que lleguen las cartas desde el fin del mundo.
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